NI UN PESO A DANTE
Por Ernesto de la Fuente
Murakami tiene la culpa de
que ya no quiera nada con Dante. Nadie más que él. Comencé a
leer sus libros y me obsesioné. Su narrativa me cautivó, no tanto por la descripción
musical que hace en sus libros, ni por los lugares y alimentos que sus
personajes visitan e ingieren, sino por los gatos, eso adorables felinos omnipresentes
en todos sus escritos.
Así que cuando
salió a la luz su último libro, Hombres
sin mujeres, enseguida quise cómpralo. Pero había un pequeño inconveniente:
no tenía dinero para mis gustos, únicamente para mantener a mi familia. Esperé
mejores tiempos pero, cada vez que entraba a una tienda donde vendieran libros,
revisaba cuidadosamente si tenían el de Murakami.
Ya sabía su
precio: $229 pesos. Lo vi en Gandhi, lo confirmé en Sanborns,
pero no fue sino hasta que visité a Dante, en que al fin me animé a
comprarlo. Pagué con un billete verde de doscientos pesos, un billete azul de veinte
pesos y una moneda amarilla de diez. Me entregaron el libro en una bolsa y la
nota de venta. Me quedé parado esperando el cambio: un triste peso. Como la
dependiente no hizo ademán de hacerme caso ni de dármelo, le indiqué que el
libro costaba $229 pesos.
Entonces ella,
para mi sorpresa, me dijo que viera bien, que el libro costaba $229.90. No me
lo creía. Me resultó indignante que Dante le atribuyera noventa centavos
más al precio. Y, lo peor, la mujer no hizo el menor intento, pese a ver mi
reclamación, de darme los diez centavos del vuelto. Esa adorable monedita
plateada que, para mí, vale mucho más que un peso porque las atesoro en sendos
cochinos de barro en mi cuarto.
No quise seguir
alegando nada, es propio de gente sin educación hacerlo, pero me fui sumamente
indignado por los noventa centavos que me robó Dante, y los diez
centavos que me robó doblemente la encargada.
Tal vez usted no
lo sepa, pero los precios de los libros en México, por Ley, deben ser iguales
en todas partes… menos en Dante.
Lo siento Dante,
sé que esto a ti no te importa, pero no vuelvo jamás a comprar un libro
contigo. Acabas de perder a un usuario. Todo por noventa centavos y una
brillante moneda color plata de diez centavos. Los robos no se dan solos, van
siempre acompañados. No me lo dijo Murakami,
lo aprendí con Dante.
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