MOLESTIA
Por Ernesto de la Fuente
A aquel hombre le
molestaba sobremanera tener que repetir las cosas tres veces. Sus empleados lo
sabían y se cuidaban de no cometer dicho error o su cólera era proverbial.
Un buen día se
enamoró perdidamente de una bella mujer con la que se casó. Meses después la
mujer le dio un hijo y, al poco tiempo, murió sin pedirle permiso.
Han pasado los
años y sus viejos empleados se ríen, disimuladamente, cuando lo escuchan
repetirle una y otra vez, más de diez veces, las cosas a su hijo.
Por los hijos,
tendrás que amar lo que tanto odiaste. Díganmelo a mí.
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